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Somos un grupo de diseñadoras latinoamericanas que viven en Suiza. Nos une la pasion por el diseño, la curiosidad y la inquietud por experimentar, aprender y compartir.

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Aquí está la razón porqué el alemán pone el verbo al final

He leído en uno de los periódicos de la suiza francesa un artículo que me ha hecho entender porque cuando estoy en la mesa con mi esposo de origen austriaco y mis hijos quienes se mueven entre el alemán de su padre, el ‘Hochdeutsch’ de la escuela y el dialecto suizo alemán de la pausa, se arma tremenda cacofonía o peor terminamos peleando: ¡la culpa la tiene la sintaxis de las lenguas!

En su libro «Penser entre les langues» – Pensar entre las lenguas – Heinz Weismann, filósofo alemán instalado en París, escribe a propósito del ‘Hochdeutsch': "Para que esta lengua sea hablada, es necesario que entre los interlocutores no exista ningún tipo de afección. Este es el argumento de los suizos alemanes para justificar el uso del dialecto." ¡Es él quien lo dice no yo! Veamos algunos extractos de la entrevista*:

– ¿Por qué el alemán es una lengua restrictiva?

–En francés «Une tasse à café» es en alemán „Eine Kaffeetasse“. Lo que significa que en alemán el sujeto va al final. Si usted aplica este principio a la estructura de la frase, obtendrá una acumulación de elementos encargados de determinar algo que solo será formulado más tarde. Esto exige una disciplina de hierro de la parte del que sigue una conversación en alemán. La estructura sintáctica del alemán limita la espontaneidad en la conversación porque obliga al interlocutor a esperar hasta el final de la frase para entender lo que el otro le está diciendo. ¡Y esta es una de las razones de nuestras peleas... esperar hasta que mi esposo llegue al final de la frase!

Sigamos...

– ¿O sea que a un Alemán no se le debe interrumpir cuando habla? ¿Cree usted que interrumpir es propio de una buena conversación?

– Para los oídos de los alemanes, los franceses – entiéndase todos los que hablamos una lengua latina – son gente que hablan todo el tiempo. Entre ellos se pueden interrumpir porque evolucionan en una estructura sintáctica donde lo esencial está formulado al principio y el resto de la información viene después.

– ¿De dónde viene la rigidez del alemán? ¿Es el hecho de que, contrariamente a la mayoría de los idiomas europeos convertidos en lenguas nacionales, el alemán no era inicialmente una lengua hablada?

– La historia del ‘Hochdeutsh' es complicada. Su origen data de la traducción de los evangelios por Luther. Se puede decir que antes de ser adoptada como lengua nacional, el alemán fue una lengua literaria, luego administrativa, pero no una lengua hablada.

– Cada lengua, dice usted, transmite una relación particular con respecto a la realidad. ¿Qué “quiere decir” ese fenómeno extraño que consiste en poner el verbo al final de la frase?

– Eso significa que el verbo es esencial. Indica que la acción verbal, elemento final de la cadena de informaciones sucesivas, carga con todo el enunciado. Al contrario, la frase latina está diseñada desde el sujeto, sobre el que se basa el resto de la frase. En alemán, el verbo es mucho más poderoso. La palabra "Wirklichkeit", verdad, proviene del verbo wirken, actuar y corresponde a una realidad dinámica. Es cierto que existe también la palabra "Realität", que es el reflejo del estado de algo existente: el color de mis ojos es una realidad y no una una verdad. Estamos hablando de dos mundos mentales, donde uno se centra en el movimiento y el otro en un estado.

– Cuando uno se apega demasiado a algo llega el momento en que no ve mas allá de sus narices: usted escribe que la distancia nos hace lúcidos. ¿Cree usted que ser bilingüe nos hace inteligentes?

– Cada lengua transmite en ella un reflejo de lo real. Cuando yo abandono mi lengua para ir hacia la del otro, estoy enriqueciendo mi capacidad a percibir la realidad. Yo desarrollo una inteligencia reflexiva al ir a otro lugar ya que al alejarme de mi mismo, vuelvo enriquecido de algo que comprendí.

El síndrome de identidad es la forma más estúpida de afirmación de sí mismo: estar orgulloso de ser únicamente lo que se es, es una visión que empobrece la vida. Los populistas de hoy lo saben y están explotando la tendencia de la gente de querer quedarse entre los “suyos”. Alejarse es siempre doloroso, decía Hegel, pero insiste sobre todo en las gratificaciones intelectuales y afectivas que procura la experiencia del regreso.

– ¿El multilingüismo es un privilegio de cierta élite?

– Sí, pero todo el mundo tendría que tener derecho a este privilegio. La escuela tiene que jugar un papel importante para sacar a los niños del mono-lingüismo y hacer que puedan acceder a otros universos mentales.

– ¿Está usted contra la idea de una lengua única?

– Sí, el principio de la vida está en la diversidad: ¡Que viva la proliferación de las lenguas!

¡Aquí en Me Largo estamos totalmente de acuerdo con usted, Señor Weismann!

The tower of Babel, Pieter Bruegel

* Le Temps / 10.12.2016

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